Sólo de los santos, sólo de Dios proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo... La revolución verdadera consiste únicamente en mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno. Y ¿qué puede salvarnos sino el amor?
La Iglesia necesita verdaderos testigos para la nueva evangelización: hombre y mujeres cuyas vidas se hayan transformado por el encuentro con Cristo; hombre y mujeres capaces de transmitir a otros esa experiencia. La Iglesia necesita santos. Todos hemos sido llamados a la santidad; sólo los santos pueden renovar la humanidad. Son muchos los que nos han precedido por este camino de heroísmo que nos presenta el evangelio...
EXCELENTE TEMA, MUY INTERESANTE. FELICIDADES! :)
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